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6 septiembre 2020

Entre 2016 y 2019, la Misión de Apoyo contra la Impunidad y la Corrupción en Honduras (MACCIH) se convirtió en el organismo de referencia en materia de combate a la corrupción en nuestro país. El mandato de esta misión se estableció en un acuerdo firmado entre el Gobierno de Honduras y la Organización de los Estados Americanos, el 19 de enero de 2016.

 

Meses después del debate suscitado por la salida de la MACCIH, que ahora parecen años con la irrupción de la pandemia por COVID-19, es necesario reflexionar sobre este primer intento serio por estructurar y hacer funcionar un “modelo hondureño” de combate a la corrupción. En este esfuerzo analítico, es fundamental examinar el rol que desempeñó una misión internacional en dicho esquema, en caso de que en el futuro se presentaran condiciones favorables para retomar la lucha anticorrupción desde la institucionalidad.

 

El análisis se llevará a cabo en derredor de tres cuestiones consideradas de la mayor relevancia: (i) ¿cuáles serían los elementos de un modelo de combate a la corrupción en Honduras?; (ii) ¿puede funcionar un tal modelo contra redes de corrupción compuestas por actores que retienen todavía grandes cuotas de poder?; y, (iii) ¿qué elementos podría incluir una agenda de la sociedad civil y de la comunidad internacional presente en Honduras, para fortalecer el subsistema penal anticorrupción?

 

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